Fulsere quondam candidi tibi soles.
CATULO, VIII.
I
PARA el amor naciste,
no hubo espumas ni conchas,
sólo el fragor de un mundo
hundiéndose en su centro.
En ti concluyó todo.
En ti todo comienza.
I I
TÚ no tienes reflejo,
tú te miras
en ti:
ves la infinita
variedad de las formas.
Todo cambia en tu centro.
En ti
descansa todo.
I I I
NO te rodea nada
porque todo eres tú.
Para servirte existe el universo.
Lo que dejas
perece.
Cuando cierras los ojos
muere el mundo.
I V
TÚ no amas:
existes.
En el girar concéntrico
de tus múltiples átomos
la música
del gozo.
Ser armonía en ti
o ruido, nada.
V
QUÉ lógica te guía?,
¿cuál
es el sentido de tus actos múltiples?,
¿en qué lengua escribiste
las leyes que obedeces?,
¿dónde
ocultaste la fórmula?.
¿Qué buscas?
V I
YO no quiero ser tú.
Deseo ser distinto,
ajeno a tu dominio.
Pero soy tu cometa.
Cuando me acerco a ti
me inflamo en luz.
V I I
YO no existo:
te amo.
Hacia ti me conduce
una sólida rienda.
Cuando llego hasta ti
dejo de ser.
V I I I
DE qué manera ser?,
¿cómo habitarte?
¿De qué modo añadir
el diálogo al amor?
El caos
no responde.
I X
AMOR
que añade
muerte.
X
QUE me libere le odio
de esta atadura firme
o me liberes tú.
Beso tus labios.
X I
VAS a matarme.
Cerrarás tus ojos
de cobalto.
Fría lengua de hielo
me borrará de pronto.
Ser nada
eternamente.
Sin ti
ni la muerte es bastante.
X I I
EPÍLOGO
TÚ
vives.
Yo
escribo.